El forestal amable

Hace unos cuantos años me dio por frecuentar foros de las asociaciones denominadas escépticas, asociaciones como la ARP o el Círculo Escéptico, que buscan fomentar el pensamiento crítico y combatir las pseudociencias. Recuerdo que en aquella época causó bastante revuelo una charla que dio Phil Plait, astrónomo y reputado divulgador, en la conferencia TAM8, que reunía a lo más granado del mundo escéptico americano. Plait comenzaba su charla, que se popularizó bajo el nombre de “Don’t be a dick” (no seas un capullo) haciendo al público dos preguntas. La primera, que cuántos de los allí presentes habían creído, en algún momento de su vida, en una pseudociencia. A pesar de estar hablando frente a un público escéptico, unas cuantas manos se alzaron. La segunda pregunta era cuántos de los que tenían la mano levantada habían dejado de creer porque alguien les había cógido de la solapa y les había gritado a la cara que eran unos estúpidos e ignorantes por creer en eso. Todas las manos se bajaron.

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Escéptico tratando de convencer a su cuñado de que el wifi no da cáncer

Durante mis años en la Universidad, hace ya 20 años (aish!), estudiando primero Ingeniería Técnica Forestal y luego Ingeniería de Montes, iba calando en mi –  y creo que en casi todos mis compañeros – un cierto pesimismo sobre la percepción que se tiene del sector forestal. Lo que se nos transmitía, de manera más o menos explícita, era que los forestales realizamos una función importantísima que es desconocida o directamente despreciada por la mayor parte de la sociedad. Y como ejemplo se solía citar las repoblaciones forestales, que (con sus errores, claro está) tanto han contribuído a mejorar las condiciones de numerosos montes y cuencas españoles (y tantos jornales generaron), y que aún se ven como una especie de complot ingeniero-franquista de oscuros intereses.

En esa época, la actitud de algunos grupos ecologistas desde luego no ayudaba. Recuerdo, por ejemplo, una campaña bastante dura – creo que de Greenpeace, pero puede que me falle la memoria – en el que se acusaba a los profesores de selvicultura de las Universidades españolas de fomentar y defender las cortas a hecho, cuando lo cierto es que se nos enseñaban como una técnica selvícola más, explicando de manera bastante transparente sus pros y sus contras. En definitiva, que ese victimismo parecía justificado, y junto con una cierta nostalgia de los tiempos pasados, creo que ha contribuido a formar toda una generación de forestales convencidos de no ser comprendidos por la sociedad.

Si, está imagen está reciclada de otra entrada. Pero viene tan al caso…

Pero como decía, de todo eso han pasado ya casi 20 años. Y el mundo ha cambiado desde entonces. ¡Vaya si ha cambiado! Sobre todo ha cambiado la manera en la que nos comunicamos. A diferencia de hace 20 o 30 años, ahora todos tenemos un altavoz, más o menos modesto, pero desde el que podemos trasladar el mensaje que queramos. Como este blog, por ejemplo. O una cuenta en una red social. De hecho ya he hablado en varias ocasiones, tanto por aquí, como en medio escritos o mesas redondas, de la conveniencia, de la necesidad, de que todo aquel que se vea con ganas de contar cosas, lo haga.

Pero como decía el tío de Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y ya no podemos tirar balones fuera, porque ahora la imagen que deje lo forestal dependerá en buena medida de la que transmitamos nosotros mismos como colectivo, no tanto de la que proyecten terceros. Y, no se si fruto de ese “victimismo” que he explicado más arriba, creo que a veces caemos en la comunicación a la contra, más preocupados de defendernos de los supuestos ataques que en argumentar nuestra postura, y perdiendo además la oportunidad de ir de la mano de organizaciones que, en el fondo, no dicen cosas tan distintas de las que nosotros queremos decir.

Forestal indignado. Los Simpson ya lo predijeron

Y lo peor es que, demasiado a menudo, por el camino descuidamos las formas. Que sí, soy plenamente consciente de que discutir con alguien que cree saberlo todo puede ser desesperante, sobre todo por redes, pero ¿realmente pensamos que sirve de algo ridiculizar o descalificar al otro? Decirles, por ejemplo, a los conservacionistas que son unos fanáticos con intereses ocultos, a los ecologistas que son unos indocumentados, a los investigadores que lo unico que hacen es medrar y vivir del cuento de los papers, a los ambientalistas que no deberían gestionar el medio natural porque no están formados para ello, y a los ciudadanos que consideran los pinos como exóticos que son unos ignorantes, y que antes de escribir deberían estudiar… ¿qué efecto creemos que tiene sobre nuestro interlocutor, y sobre todo aquel que nos esté leyendo? ¿Qué imagen da del sector forestal? Porque luego  nos llevamos las manos a la cabeza cuando los medios de comunicación prefieren llamar a alguien de Greenpeace u otra ONG que a un Ingeniero de Montes para hablar de temas forestales, o cuando por redes vemos mensajes como este:

Como decía, soy consciente de que a veces es fácil perder la calma, sobre todo cuando se tiene (o se cree tener) razón, y desde el otro lado no están por la labor de mantener un debate serio (o se cree que no lo están). Hay estudios que muestran que es dificilísimo hacer cambiar a alguien de opinión, aunque se le muestren las evidencias. Pero algo debemos estar haciendo mal cuando generamos la imagen que se explica en el tuit de arriba. ¿O acaso son todos los demás los que conducen en dirección contraria?

Por eso, creo que nos haría bien a todos reflexionar sobre cuál es realmente nuestro objetivo: ¿ganar una discusión en twitter o cambiar la percepción del público sobre el sector forestal? Parafraseando a Plait, ¿queremos marcar un gol o ganar el partido? Como ya explicaba en mi artículo reciente en la revista Montes, no creo que estemos aquí para ganar una batalla dialéctica contra nadie ni para tomar prisioneros, sino para hacer valer nuestros argumentos con hechos, con evidencias. Por eso, antes de dejar un comentario en un blog, de contestar a alguien en twitter, de levantar la mano en una charla, o de publicar una nota de prensa, debemos preguntarnos: ¿contribuye en algo a conseguir nuestro objetivo? ¿va a ayudar a ganar el partido? ¿O simplemente  nos va a hacer sentir mejor a nosotros mismos?

Y siguiendo con el discurso de Plait, sobre todo, sobre todo, no faltemos al respeto a nuestros interlocutores.  Hace unos años dedicaba una entrada homenaje a Carl Sagan,  y defendía que parte de su enorme éxito se debía a que defendía, y practicaba, un escepticismo amable. Y creo que hace más falta que nunca un ejército de forestales amables, que transmita en positivo, con empatía, poniéndose en el lugar del otro. Porque si no, lo único que conseguiremos es transmitir una imagen agria y antipática del sector forestal. Y sinceramente, creo que no nos lo podemos permitir. No vamos sobrados de buena imagen.

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Grupo de forestales, convencido tras leer esta entrada, corre a difundir la buena nueva.

4 Comments

  • Ferran Dalmau i Rovira

    21 October, 2019 at 19:15 Reply

    Gracias por esta entrada =) interesante, y actualmente, más que necesaria. El diálogo es algo necesario y fundamental para una sociedad pretendidamente democrática, moderna y multidisciplinar. El problema de las posesiones de verdades absolutas es que no dejan lugar a ese enriquecedor trabajo de escuchar (que no oir) el punto de vista de otr@s y llegar a observar (que no ver) el mundo con los ojos de otras personas… Si queremos tener credibilidad profesional, como sector, deberíamos recordar las palabras de gente de ciencias sociales como Emerson que dijo que: “Los demás nos valoran no sólo por lo que somos, también por cómo nos expresamos” y tasaba la credibilidad con esta ponderación: Empatía 50% + Experiencia, Conocimiento 15-25% + Honestidad 15-25%

    Si no somos empáticos, además de no caer bien, no conseguiremos avanzar en cuestiones que requieren de enfoques ricos y diversos, más allá de esos corporativismos que sirven de poco y que si no se gestionan adecuadamente no nos hacen fuertes… Enhorabuena =)

    • multivac42

      21 October, 2019 at 22:40 Reply

      Gracias a tí, Ferran. Por la acogida que ha tenido, veo que hay mucha gente dispuesta a formar parte de ese “ejército de forestales amables”: Es fundamental comunicar en positivo y aprovechar sinergias. No ser tan celosos de lo “nuestro” e ir de la mano de otros cuando sea necesario… que como bien dices será casi siempre. Hoy sabemos que la diversidad de enfoques aporta soluciones más creativas y mejores. Parafraseando a Unamuno, se trata de convencer, no de vencer.

  • Rafael Serrada

    22 October, 2019 at 11:22 Reply

    Hola Aitor y lectores… Este comentario está justificado por lo siguiente: Aitor dice textualmente “Recuerdo, por ejemplo, una campaña bastante dura – creo que de Greenpeace, pero puede que me falle la memoria – en el que se acusaba a los profesores de selvicultura de las Universidades españolas de fomentar y defender las cortas a hecho”, y lo que sucedió no fue exactamente así.
    Los hechos son los siguientes. En diciembre de 1998 Greenpeace lanza en España una campaña en medios de comunicación, derivada de otra anterior en EEUU y Canadá, exigiendo la prohibición de las cortas a hecho. Como siempre, lo hace simplificando y anunciando catástrofes. Ante esta situación, y dado que se trata de un tema sobre el que la Selvicultura tiene opinión y doctrina, un grupo de profesores de selvicultura de varias escuelas españolas elaboramos una nota de prensa que todavía conservo y que lamento no saber trasladar a este blog (puedo enviarla por email a quien la pida). En ella se expone, amablemente, que la exigencia de Greenpeace no es conveniente. En abril de 1999 se celebró en la EUITF de Madrid un muy concurrido debate sobre el tema. En él, Miguel Angel Soto, portavoz de Greenpeace para esta campaña dijo textualmente “yo soy una mosca cojonera” indicando la intención perseguida por él y su organización. De modo que no es cierto que hubiera una campaña de los profesores contra Greenpeace, cosa que manifestaron en escritos posteriores los de Greenpeace para presentarse como “víctimas” de la intolerancia (eso lo han hecho siempre, y así siguen, los intolerantes).
    Este relato, y otros muchos que se pueden recuperar, hacen ver que no hay tanta culpabilidad, como a veces se puede suponer, dentro del sector forestal en relación con la imagen que la sociedad tiene del mismo.

    Y hablando de imagen, las cosas van según interesa a no se qué instancias. Todavía recuerdo que hace tiempo las películas del oeste hacían ver que los buenos eran los americanos (aunque exóticos) por ser de una raza superior y los malos los indios (autóctona raza inferior, que hablan la lengua de las bestias) lo que justificaba su persecución y exterminio. De repente, las películas dieron un cambio y los buenos se convirtieron en malos y los malos en buenos. Este cambio no ha borrado la Leyenda Negra que imputa a los españoles la masacre de indígenas, aunque la realidad es la fundación de Universidades, el mestizaje y la permanencia de todas las etnias. Maniqueismo puro y duro que una vez instalado se perpetúa. En nuestro tema nos han llevado a un esquema similar, grupos conservacionistas por un lado y “corporativismo” forestal por otro. Esto no es aceptable, se trata de ideas y propuestas: gestionar y aprovechar el monte para conservarlo y dar empleo al personal o dejar que la naturaleza siga su (sabio) curso y que al personal le vayan dando. En esto, ha habido muchos titulados forestales y funcionarios que han materializado muchas iniciativas contrarias a la gestión (recuerdo con pesar que fueron titulados forestales los que prohibieron hacer cortafuegos, en abril de 2005, en el mismo paraje en que en julio de 2005 murieron 11 compañeros durante la extinción, eso si, para preservar valores naturales y dárselas de conservacionistas). Por tanto, para bien del monte, hay que centrar el esfuerzo en las ideas (no en analizar comportamientos de grupos, que no son tales), hacer ver las consecuencias del abandono del monte y la responsabilidad contraída por fomentarlo. Y no tratar de convencer a quién no quiere ser convencido.

    Termino, no quiero abusar de la hospitalidad de este blog. Me quiero referir a no confundir anécdota con categoría. Desconozco a Andreu Escriva y no se si sus opiniones son fiables y, en caso de serlo, con cuántos y cuáles forestales ha tratado. En cualquier caso, es la opinión de una única persona y ello no implica que todos los forestales padezcamos cerrazón. No hagamos de la anécdota una categoría, erraremos en diagnóstico y, consecuentemente, en tratamiento.

    !Mucho ánimo para todas la inciativas que intentan que el monte y el sector forestal reciban el trato que merecen¡

    Rafael Serrada

    • multivac42

      11 November, 2019 at 16:11 Reply

      Gracias Rafael por tu comentario, es siempre un honor recibirte en este blog. Y gracias también por especificar los detalles de aquella campaña, a mi me debió pillar en segundo o primero de carrera, cuando uno aún está aterrizando y no conoce el quién es quién del sector. No recordaba de hecho todo el proceso, ni llegué a saber de ese debate en la EUITF. Si quieres, puedes hacerme llegar la carta a ecoforestalia@gmail.com y ya miro cómo la puedo poner a disposición de los lectores.

      En cualquier caso, no pretendía yo argumentar que no hubiera o haya razones para ese “victimismo” del sector forestal, y soy consciente de que muchas veces se ha sido, y se sigue siendo, injusto con el sector, atribuyéndole intereses o motivaciones que no se corresponden con la realidad. De todas formas, aunque haya razones para sentirse maltratado, mi argumento es que esto no debe servir de excusa para caer en el ataque o el menosprecio hacia otros colectivos. Dicho de otra manera, pretendo decir que -aunque nos duela – de vez en cuando debemos aprender a “poner la otra mejilla”, o simplemente a retirarnos de una conversación cuando sepamos que no vamos a sacar nada bueno de ella.

      Y termino ya, diciendo que la opinión de Escrivá, que ha tratado con unos cuantos forestales, me consta que por desgracia no es anecdótica. Por supuesto no todo el sector forestal es cerrado, antipático y agresivo, faltaría más, pero por desgracia lo son las suficientes voces como para que sea una imagen que transmitimos de puertas afuera y que – a mi juicio – demasiada gente asocia con todo el sector. Por ello mi llamamiento a la reflexión colectiva. Es posible que haya errado el diagnóstico, pero incluso así, creo que el tratamiento que prescribo (mayor amabilidad y empatía) en ningún caso puede hacernos daño.

      Un abrazo y ya sabes que esta es tu casa siempre que quieras!

      Aitor

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