Dentro de unos días, 2011 acabará como el año más cálido desde que se comenzó a registrar la serie histórica, allá por 1960. En concreto, la temperatura media ha sido de 16.7 grados centígrados, un grado y medio superior a la media del periodo de referencia (1971-2000). A ello han contribuido una primavera y un otoño excepcionalmente cálidos (la temperatura del mes de abril fue casi 4º superior a la media), ya que el verano, según la AEMET, se puede considerar de “normal”.
Igual que tras un invierno frío o un temporal de nieve surgen las voces que lo toman como una demostración de la falsedad del cambio climático, seguro que tras esta noticia no faltará quien lo vea como una prueba definitiva de su existencia. Precisamente por eso creo que no está de más recordar que un año sólo no quiere decir nada, que las fluctuaciones interanuales de temperatura son normales y consustanciales al clima, y que no podemos extraer ninguna conclusión sobre éste observando las temperaturas de un único año. Y es que como ya dijimos aquí mismo hace un tiempo, no es lo mismo el tiempo que el clima.
Y puestos a hablar de clima, echo un vistazo a los datos que nos da la AEMET, y si que me preocupa más, por ejemplo, constatar que los 10 últimos años se sitúan, sin excepción, entre los 16 más calurosos de la serie histórica. O simplemente coger el excel y determinar la tendencia de la serie que os muestro en la figura de abajo.
En definitiva: que el último año haya sido el más cálido no quiere decir nada. Que cada vez lo sean más, me temo, quiere decir muchas cosas. Quizá demasiadas.
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