¡Parece que en Forestalia le hemos cogido gusto al sirope de arce! Si en la
ultima entrada os contaba todo lo que hay que saber sobre la producción de este dulce, esta vez os voy a hablar de una novedad que está causando cierto revuelo por aquí y que podría afectar a este proceso en los próximos años.
Los que leyerais la entrada anterior probablemente recordareis que hablábamos de los métodos de extracción del sirope, que básicamente son dos: mediante cubos o mediante un sistema de tubos colectores. A pesar de lo distintos que parecen visualmente los dos sistemas, su impacto sobre el medio ambiente es parecido. En realidad el mayor impacto de la acericultura – que es así como se llama la actividad – es el empobrecimiento que supone para el bosque, tanto en especies como en estructura. De manera natural, los bosques de arce (arcedos) suelen tener numerosas especies acompañantes (abedules, nogales, fresnos, tilos, hayas….) y suelen estar formados por árboles de todos los tamaños (estructura irregular). En los arcedos de producción, en cambio, se eliminan las especies acompañantes y los árboles más pequeños, de manera que se transforma en un bosque casi monoespecífico y regular. Pero esto ocurre para los dos sistemas, los de cubo y los de tubo.
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The good old days
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Sin embargo, todo lo que rodea a este proceso está fuertemente arraigado al imaginario de la gente como una actividad tradicional, de siempre; y una buena parte de la población lo sigue viendo desde un punto de vista, podríamos decir, casi nostálgico. Así, cuando piensan en la producción del sirope les viene a la cabeza una explotación familiar, donde los carruajes tirados por caballos van recogiendo los cubos llenos de savia para verterlos en una cuba calentada con fuego de leña, en la que la savia se convierte en sirope. También es verdad que los productores de sirope se encargan de que siga siendo así, llenando las etiquetas de sus productos de bucólicas escenas campestres, sabedores del tirón comercial de lo “natural” y lo “tradicional”. Pero como ya os contaba, la realidad es un pelín distinta, y casi todas las granjas productoras tienen instalado un sistema de tubos y succión.
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Algunas escenas representadas en botes de sirope. ¡Qué bonito todo! |
Y si ya los tubos les parecen inasumibles a algunos, no quiero ni imaginar lo que les puede parecer el nuevo método de extracción de la savia que han desarrollado en el C
entro Proctor de Estudios sobre el Arce y el Sirope (si, existe un centro de estudio del sirope!!) de la Universidad de Vermont.
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Pues no parece mal lugar para currar |
Resulta que estaban los investigadores de este centro tratando de entender mejor la fisiología del árbol, y para ello – no me preguntéis porqué –
estaban extrayendo savia de un arce de pequeño tamaño al que le habían cortado la copa. Así, tal cual suena. La sorpresa vino cuando vieron que el árbol, en vez de comportarse como esperaban,
se convirtió en una especie de bomba de savia, produciendo muchísima más cantidad de la prevista. Sucesivas pruebas mostraron que siempre ocurría lo mismo, y es que al perder la copa, el árbol se empeña en mandar la mayor cantidad de azúcares posibles hacia arriba, para poder así brotar y formar una nueva copa. En realidad, cada uno de estos pequeños árboles produce menos savia que un adulto, pero los investigadores de la Universidad de Vermont proponen un nuevo método de producción: en vez de tener un bosque maduro, con arboles de al menos 40 años, se trataría de
establecer plantaciones de jóvenes arces, de unos 7 años, a alta densidad, y a los que se les cortaría la copa para convertirlos en una especie de estaciones de bombeo de savia. De esta forma, la producción de savia por unidad de superficie sería hasta 3 o 4 veces mayor.
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El arbolillo, convertido ya en una estación de bombeo de savia |
Al método aun le faltan varios años para estar a punto, pero por supuesto ya le han surgido las críticas. Algunos alegan que es una aberración matar arbolillos tan jóvenes, pero lo cierto es que el árbol no muere, sino que tras la época de producción de sirope forma una copa perfectamente operativa que, eso sí, se volvería a cortar al año siguiente. Otra alternativa que ofrecen desde Vermont es dejar crecer varias ramas o tallos, y aprovechar cada año uno de ellos de esta manera, dejando que los otros tengan su copa normal.
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Un arce mostrando el rebrote al año siguiente a haber sido “decapitado” |
De momento los acericultores (productores de sirope) han acogido este método con cierto escepticismo, pero sin demasiado rechazo. Hay que tener en cuenta que, como os contaba en la anterior entrada, la producción de sirope depende altamente de las condiciones climáticas. Eso hace que haya una gran incertidumbre respecto al futuro de esta actividad, ya que las previsiones de cambio climático en la zona apuntan a que el periodo adecuado – y por tanto, la producción – puede verse muy disminuido en el futuro. Este método no sólo promete ser más productivo, sino también menos dependiente del clima. Para ellos puede ser una manera de asegurar o aumentar la producción, y de momento parece que sus dudas van sobre todo en relación a si la calidad del sirope producido de esta manera es la misma, y a si podría haber problemas de reducción de la fertilidad de la parcela a medio o largo plazo.
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Uno de los dispositivos experimentales de la U. Vermont |
Pero la crítica más frecuente ha sido por el profundo cambio que este método – si acaba triunfando – puede representar en el paisaje forestal de Quebec. Está claro que esas plantaciones son todo lo contrario a lo que uno podría esperar cuando piensa en un bosque, y algunas voces ya han augurado talas masivas de arcedos para sustituirlos por estas plantaciones intensivas. Sin embargo, en este sentido los miedos tampoco están justificados. Por ley, todos los arcedos de Quebec están protegidos, y está prohibido cortar los arces a no ser que la operación forme parte de un tratamiento selvícola necesario para asegurar su regeneración. Los desarrolladores del método dejan claro que no esperan que su método sustituya al tradicional, sino que lo plantean más como un complemento a la erabliėre tradicional, que se mantendría, mientras que estas plantaciones podrían ocupar pequeños terrenos que no se usan o campos agrícolas actualmente abandonados o dedicados a otros cultivos. Sería una manera de asegurar la producción sin necesidad de comprar grandes extensiones de tierra.
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¿El arcedo del futuro? No lo creo… |
En cualquier caso, la polémica esta servida, y lo que para algunos es una aberración sin sentido, otros lo ven como la mayor esperanza para el sector. En los próximos años se verá si el método triunfa o se queda en algo anecdótico, pero si económicamente resulta viable – hay que tener en cuenta que requiere mas inversión e infraestructura que los métodos tradicionales – difícil será que no empecemos a ver aquí y allá campos de estas ‘bombas de sirope’. Para acabar os dejo dos vídeos (en inglés) en los que se ve el nuevo método en acción, y en los que se discuten algunos de los asuntos que he comentado aquí. Algunas de las imágenes que he utilizado para esta entrada son pantallazos de estos vídeos.
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